Si el mercado de la música pudiera escribir su propia historia, la crónica de cada año brillaría con variaciones sobre el mismo tema: las palabras “transformación”, “revolución” y “cambio radical que bate récords” encabezan el léxico, hasta la saciedad. Pero a la peculiar sombra de 2021, estas rimbombantes valoraciones de fin de año, por primera vez, son bastante acertadas. Sin lucrativos espectáculos en directo ni un calendario de eventos predecible, la industria -desde las discográficas hasta los artistas, pasando por los alegres empresarios financieros- se desvivió por buscar nuevas fuentes de ingresos y nuevos puntos de conexión con los aficionados a la música. Es un año cuyo recuerdo será triste por lo que perdimos, pero también será un año que recordaremos con orgullo por cómo capeamos los desafíos que nos tocó enfrentar.” A continuación, las 12 formas en que el extraño y tortuoso año rompió las reglas del multimillonario negocio de la creación de éxitos.

Bueno, esto no fue un problema hasta la década de 2000. Los sellos discográficos siempre han sido los guardianes de la industria. Tenías que pagar a alguien para que fabricara y enviara tus discos a las tiendas; tenías que aparecer en los medios de comunicación -televisión o radio- porque no había otra forma de que te escucharan. Y lo más importante, no podías hacer un producto adecuado sin una compañía discográfica. El proceso de grabación era mucho más complejo e implicaba equipos que a menudo costaban varios cientos de miles de dólares, a veces más. Básicamente, no se podía crear nada material sin la compañía.

Así que todos estos eran argumentos obvios a favor del lado de la discográfica, pero la revolución digital cambió mucho de eso, y de repente salió a la luz que tú, como artista, puedes tener el control total de tu grabación, producción, publicación, marketing, contratación, logística e incluso de la venta y gestión de la mercancía y así, por supuesto, puedes ser el único beneficiario de cualquier ingreso asociado a tu acto.